TRADICIÓN

Hoy hablaremos de tradición es este programa, arma de doble filo, gruesa y embotada cuando perece en el conformismo y en el argumento falaz, o suave y vivaz cuando por ella se desliza la cultura y el arte de los pueblos.

España ha encontrado en el sol y sus playas la careta más rentable con la que presentarse en el extranjero, el turismo como el motor de crecimiento de una nación milenaria que parece que empieza a encontrarse. España próspera de billetes negros como el cemento que rasca el cielo.

William James ya señalaba que:

“El hábito es el enorme volante de inercia que mueve a la sociedad, su más valioso agente de conservación”.

Tal vez sea este entrecomillado desarrollo el apague las tradiciones, el que a golpe de decretos homologue costumbres o cuadricule los modos de vida. De la España infinita, mezcolanza de culturas, cuna de letras y pinceles, de arquitectos y soldados, esa España madre que sembró los continentes de sus tradiciones, a la España de impostores y ladrillos, de trashumantes teledirigidos, de la cultura de la Coca Cola y el McDonals.

Será que nos sucede como nos dijo Unamuno:

“Los satisfechos, los felices, no aman; se duermen en la costumbre”.

Dormidos en la comodidad que nos brinda un sistema cuyo engranaje se engrasa con el conformismo de sus piezas, vamos perdiendo la riqueza que nos une a favor de los que pretenden pensamientos únicos para estados plurales.

Como siempre incapaces de valorar lo que tenemos, hasta que no lo vemos partir. Ya nos dijo jean de Monet que:

“El hombre nunca mira al cielo porque siempre lo tiene a la vista”.

Gracias a nuestra tradición gozamos de un Estado de derecho que respeta los Derechos Humanos y las libertades. No olvidemos como señaló André Malraux que:
“La tradición no se hereda se conquista”.

Y hemos de conquistarla cada día sacudiéndonos de la intoxicación de los medios, de los rebuznos de los radicales y por una vez, dejar de lado el sesteo social y no dar cabida mediante ningún proceso ni alianza de incivilizados a quienes no respetan la vida humana.

No caigamos en el hábito de no llamar a las cosas por su nombre. Cuando con bombas intentan minar las leyes fundamentales de una nación, no basta con palabras ambiguas, son necesarios hechos concretos, ESO hemos de exigir porque:

“Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas”.

como advirtió el escritor inglés Samuel Jonson:

Qué tradición más popular que Los toros, el típico costumbrismo estival con matices contradictorios, la nobleza o la tortura, tópico souvenir que preside nuestras castigadas carreteras.

No podría juzgarlos sin decir que es bello, no podría entenderlos sin decir que un animal sufre. Al final es lo que somos, sufrir para lucir, en el país donde no importa abrazar a un tirano de uniforme verde y boina roja, si eres tan progresista que te importan más los derechos del animal, que los de las personas que perdieron la libertad.

Son los nuevos inquisidores aquellos que creen, como decía Mark Twain que:

“Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas”.

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