RELIGIÓN

Hoy hablaremos de religión en este programa. La religión ese conglomerado paradójico entre dogmas y fe, entre aquello que debes creer y aquello que en lo que crees, un abismo contradictorio en el que se encuentran lo prohibido y aquello que nos eriza la piel. Un libro imprescindible en el que la prosa quiere ser poesía.

Así sintió la religión Niever Wilder como “meras vestiduras, muy mal cortadas, de la fe”.

Siempre he sido escéptico, cuando vas creciendo cada vez crees menos en las palabras y más en la miradas. He visto a personas con la mirada cristalina esbozando a un dios con sus hechos, personas que creían todo, que hicieron de un libro su vida, y he visto también personas que no creyeron nada, que solo vieron prosa donde otros vieron poesía.

Al mirarles a los ojos es cuando me planteo, como hizo Nietzsche si “¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre?”.

Los dos tienen la misma fe, una ciega seguridad en que su creencia es la acertada, uno cree en Dios por encima de todas las cosas, otro cree en todas las cosas por encima de Dios. Pero es una cuestión compleja, intento buscar la equidistancia entre las partes y no la encuentro, tal vez porque ambos están en el mismo punto. Ambos están seguros de algo que no pueden demostrar. Ambos tienen fe.

A Jean de la Bruyere le hubiera servido esta evidencia. Él mismo se planteó…
“La imposibilidad en que me encuentro de probar que Dios no existe, me prueba su existencia”.

Tal vez, las posturas del creyente fervoroso y del ateo confeso sean las más sencillas, ambas dogmáticas, ya que cada una de sus creencias tiene unos mandamientos definidos. Porque al final lo que verdaderamente remueve las entrañas del hombre es la duda.

Al estudiar ambas partes, intento identificarme con esta máxima de Mario Benedetti que dice así:
Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda”

Es cierto que dudar es el camino más difícil, tal vez porque es una senda que no está asfaltada y no tiene señalización. Nadie caminará contigo, porque nadie duda de la misma manera. La duda es libre, el dogma no.

A muchos se les escapó la advertencia de Gilbert Keith
“La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza”
Con esto no quiero decir que las religiones sean negativas para el hombre, sin duda, “El Cristianismo podría ser bueno, si alguien intentara practicarlo”, como indicó el escritor Bernard Shaw.

En nuestra ignorancia criticamos, porque hoy está de moda a todos los que tienen inquietudes religiosas, incluso podría decir que a todos los que tienen inquietudes. Hemos abrazado una nueva fe, es el dogma de este siglo: la indiferencia.

Creerse más, por no creer en nada, por no preocuparse por nada más que por mirarnos al ombligo, la misa se ha cambiado por la resaca dominical, y las procesiones ahora son por los bares donde los hosteleros nos arengan desde el púlpito mientras llenamos el cepillo para el mantenimiento de nuestro culto.
Esto demuestra lo que dijo Voltaire:

“Si Dios no existiera sería necesario inventarlo”

Antes nos santiguábamos, ahora sacamos la tarjeta de crédito.
Recuerdo las colas en la Iglesia que hacíamos los niños para comulgar, y me parece que nada ha cambiado mientras espero mi turno en los grandes almacenes, seguimos esperando una bendición, seguimos teniendo el cerebro vacío.


Van Gogh dijo:
“Cuando siento una necesidad de religión, salgo de noche para pintar las estrellas”
A mi me basta con escribir unas letras y saber que alguien me escucha, que una persona se ha sentido identificada, que alguien, por un momento se ha parado a pensar.

Creo en ti, no necesito nada más.

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